No es asistencialismo. No se trata de una acción reactiva, temporal, como si fuese una obligación moral estimulada por la compasión o el principio de benevolencia. La consigna es el empoderamiento de los habitantes: “Que ellos sean los propios protagonistas de la solución”. La frase corresponde a Rodrigo Cuba, director nacional de Desarrollo Humano de Cruz Roja Argentina. Hace días recorre, con un equipo nutrido por especialistas y voluntarios, las comunidades wichis de Salta. Llevan componentes de ayuda urgente y la visión para la autosuficiencia: el pescado y la caña de pescar.
La situación es crítica. En los primeros días de febrero, la provincia declaró la emergencia socio-sanitaria declarada tras los primeros fallecimientos infantiles en los pueblos wichis. Cuba habló de crisis. En los 49 días que van de 2020, al menos ocho niños murieron por desnutrición. A su vez, el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, afirmó que 32 permanecen internados por esa causa y otros 160 fueron registrados con muy bajo peso. Representantes de Naciones Unidas, Unicef, Unión Europea y la Cruz Roja participaron de una mesa multisectorial con organismos oficiales para coordinar estrategias integrales de abordaje.
“Necesitábamos entender cuál es la situación que están viviendo y cuantificarla”, remarcó Cuba. Para comprender la naturaleza de la emergencia, necesitaban estar allí y diagramar un plan de acción en primera persona. Habían intervenido en las mismas zonas en las inundaciones de Tartagal en 2018. Conocían el contexto y a los jefes y caciques de las comunidades. “Es una situación de inseguridad alimentaria incontrastable. Aún no podemos dar cifras concretas. Estamos realizando relevamientos de datos sobre un porción de la población que nos permita trazar una generalización. Son problemáticas estructurales de acceso al agua, a la alimentación, al trabajo y a los medios de vida”, comprobó.
En rigor de los convenios con otras agencias y organismos internacionales, las acciones de la Cruz Roja se centraron en un factor medular: el agua. Entregaron filtros familiares para el tratamiento domiciliario del agua. Instalaron los filtros, los tanques de agua y tomaron muestras del agua que consumen, las condiciones de acceso y la fuente donde la recogen. Y, en el marco de que las propias comunidades sean parte de la solución de sus problemas, les enseñaron a manipular los filtros.
“Nuestra prioridad está puesta en el agua. Una persona que no tiene acceso al agua se deshidrata. Una persona que consume agua contaminada genera desequilibrios en el cuerpo, padece diarrea crónica. Lo que queremos hacer es cortar con un factor que contribuye a este ciclo de emergencia socio-sanitaria”, explicó Cuba. El trabajo en el tratamiento del agua pretende ser integral. Incluye las plantas, los contenedores, la educación, la promoción de la higiene y el saneamiento. “La percepción que tenemos es que no asocian sus diarreas o sus cuadros gastrointestinales al agua, sino al calor. Ese también es un déficit alto en materia de promoción de la salud”, reflexionó. El mismo ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, calificó la situación como “muy grave” y puso al agua como una cuestión central: “El problema es el agua. Como los chicos toman agua en mal estado, terminan teniendo diarrea y deshidratación. A partir de ahí viene el problema de la desnutrición”.
El agua que toman las comunidades wichí no es potable. “Es desclorada, tiene un PH muy elevado, con una alta salinidad -informó Cuba-. Más cerca de las plantas, mejoran las condiciones, pero en la punta de la red la calidad es muy baja”. Si bien aclaró que el Ejército Argentino está distribuyendo agua desde hace treinta días, considera que es un trabajo muy difícil de sostener a largo plazo: “Por eso queremos potenciar sus capacidades para que ellos mismos puedan disponer de sus recursos”. El agua es muy salada y amarga, pero igual la toma. “La diferencia entre gustar o no gustar es cuando no tenés otra opción”, definió.
La actividad de la Cruz Roja en las comunidades wichi se va a extender al menos seis meses. Las primeras visitas fueron a la localidad General Ballivián, al norte de Salta, donde viven cerca de 400 familias, y a la localidad de Santa Victoria, con una población estimada en 500 familias, con la problemática de albergar a aborígenes de distintas etnias, con barreras idiomáticas, culturales y conflictos entre los grupos. Luego asistirán a pueblos linderos a la Ruta 81 y a la ciudad de Embarcación. Estos cuatro sitios son las zonas más críticas y de mayor complejidad en el marco de la emergencia socio-sanitaria.
Fuente: Infobae