En El Acople – conducido por Natalia Nieto y Diego Ferreyra – Alejandra Cebrelli, doctora en Humanidades y directora del INCOPOS, habló de los discursos de odio tras el ataque que sufrió la vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner. Según afirmó, esta clase de discursos “no solo suceden en Argentina, sino en todo el mundo”. Explicó cuál es el rol de los medios de comunicación y las redes sociales. También dijo que estas prácticas están penadas por la ley en Europa.

Cebrelli sostuvo que viene trabajando sobre los discursos de odio, incluso desde antes del ataque a Cristina Fernández de Kirchner. En este sentido, recordó que “en la Unión Europea están penados por la ley”, teniendo en cuenta que los países que la componen han sido víctimas del nacismo. Seguidamente, dijo que “esto viene sucediendo en el mundo y quedó marcado cuando comenzó la guerra en Ucrania”.

Acerca del rol de los medios de comunicación, explicó que “los grupos mediáticos responden a intereses corporativos y estos intereses se reflejan en el apoyo de estos grupos hacia uno o más partidos políticos”. Según Cebrelli, todo lo que sea ampliación de derechos para los que menos tienen genera malestar entre las clases altas de la Argentina, porque a través de estas prácticas comunicacionales se instala la idea de que “la plata de los impuestos, de los ricos y de la clase media es para dar planes sociales”. “Esto genera un odio de clase y racista en algunos casos”, afirmó.

LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DISCURSOS DE ODIO

Alejandra Cebrelli sostuvo que los medios de comunicación empiezan a ejercer estos discursos “bajo el paraguas de la libertad de expresión”. En este marco, explicó que la libertad termina donde empieza el derecho de cualquier otra persona y en segundo lugar indicó que “el límite a la libertad de expresión es la incitación a la violencia”. “Se puede disentir, pero sin incitar al odio y está bien disentir porque estamos en democracia”, argumentó. Al respecto, dijo que no solo los medios avanzan con estas prácticas, sino que también lo hacen algunos políticos a través de sus redes sociales o incluso dentro de las cámaras legislativas.

Sobre las redes sociales, la doctora en Humanidades señaló que los medios de comunicación son los que imponen su agenda y entonces “hay tanta información para los ciudadanos comúnes que no tienen tiempo de digerirla”. En el mismo sentido, aseguró que otro vehículo del odio son los memes y los stickers que “muchas veces compartimos sin pensar, pero que pueden llegar a ser increíblemente violentos”.

Igualmente, explicó que esto es parte de una estrategia del neoliberalismo en el mundo “para quebrar todo tipo de comunialidad”. “El odio hace que se quiebre esta idea del bien común, cuando en realidad, aunque pensemos diferente, todos estamos en el mismo barco”. “Si quebrás esa idea de bien común, que es lo que pasa ahora, puede terminar todo en una facción y lo faccioso puede terminar en nacismo”, profundizó.

Para Cebrelli “es muy grave lo que está sucediendo en el mundo”, aunque destacó que los países de Europa ya han vivido esto en el pasado durante el nacismo, entonces “están haciendo leyes que sancione todo lo que tenga que ver con discursos de odio”.

En la misma línea, marcó que otro vehículo para estas prácticas “son las fake news o noticias falsas”. “Esto se construye, como decía Goebbels, repite y repite que algo quedará”. “La verdad, que no existe como verdad absoluta nunca, en realidad es verosimilitud, porque se repite y repite, entonces lo leí, lo escuché y lo vi, por lo tanto, es cierto”, explicó.

Según manifestó Cebrelli, las noticias falsas son mal intencionadas y utilizadas políticamente. En este contexto, insistió en que hay una gran cantidad de información y hay periodistas que no tienen tiempo de chequear la información, por lo tanto, si tienen que redactar siete notas por día, “levantan las noticias de Clarín o La Nación creyendo que está chequeado, pero no está nada chequeado”.

Ahí lo que se produce es una noticia falsa y no es mala intención de quién la reproduce, sino que es por falta de tiempo, por mala preparación o mala paga, precarización o un poco de todo eso”, cerró.