La incorporación de Miguel Pichetto a la fórmula del oficialismo insufló en el Ejecutivo un optimismo que no se veía desde comienzos de 2018, antes de la crisis cambiaria que derrumbó toda recuperación económica y provocó un tembladeral en la imagen de Cambiemos.

La gran reacción que tuvieron los mercados al anuncio y la incipiente recuperación del presidente Mauricio Macri en las encuestas generaron en el Gobierno la convicción de que podría ahora avanzar sobre otro terreno: el legislativo. Ya no solo es cuestión de mostrarles a los mercados -y a los electores- que se puede garantizar con la figura de Pichetto la gobernabilidad en un eventual segundo mandato, sino que además se puede avanzar en reformas económicas en pleno año electoral.

Hace dos semanas, ya el Ejecutivo había instruido a su bloque en el Senado para que comience a mover algunos proyectos propios, entre los cuales se incluye la serie de normas que apuntan a la eficientización y desburocratización del Estado, y que en algún momento intentaron imponer por decreto. Sin embargo, no fue hasta que se cerró el acuerdo con Pichetto que en Cambiemos se ilusionaron con volver a tener la iniciativa legislativa y poder avanzar con la media sanción de dos proyectos claves: el blanqueo laboral y la creación de la Agencia de Evaluación Tecnológica.

No importa que luego los proyectos naufraguen en Diputados, donde el oficialismo podría tener más dificultades para hacerse de consensos. «Con que haya media sanción ya es una proeza -admite un asesor de una de las cabezas de Cambiemos en la Cámara alta-. Ya el FMI y los mercados lo tienen que tomar como un punto a favor».

En el oficialismo aseveran que su flamante socio peronista les aseguró que podría conseguir que cinco senadores de su ahora exbloque actúen en sintonía con Cambiemos. Entre ellos estarían Carlos Menem, Dalmacio Mera y Carlos «Camau» Espínola. Sumados los senadores de Pichetto a los 25 de Cambiemos, a los del salteño Juan Carlos Romero -Carlos Reutemann, Guillermo Pereyra, Lucila Crexell y María Cristina del Valle Fiore Viñuales-, y a los misioneros Maurice Closs y Maggie Solari, el oficialismo se haría del número suficiente para contar con quorum propio. «Algunos podrían ser dobles agentes -bromeó una fuente que participa de la rosca política-. Puede que no les convenga decir que siguen con Pichetto, pero le serán leales», confía.

Entre Pichetto y sus nuevos aliados en el Senado ya se habría hablado del tema. El tratamiento del proyecto de blanqueo laboral, tal vez el de mayor relevancia para el Gobierno, estaría sujeto sin embargo a que los gremios no muestren demasiada resistencia. Pichetto conoce como nadie la importancia de no enfrentarse a los gremios en tiempos de elecciones. Y el Gobierno también aprendió su lección en 2017.

La creación de la Agencia de Evaluación de Nuevas Tecnologías es una concesión que el Gobierno viene prometiendo a los delegados gremiales desde hace rato; serviría para ponerles un coto a los amparos que amenazan las siempre blandas finanzas de las obras sociales sindicales. Mientras que los proyectos de simplificación y desburocratización del Estado son más de una decena de propuestas que fueron presentadas por distintos senadores de Cambiemos en coordinación con el Gobierno, y comprenden temas vinculados al transporte, los seguros (reducen costos y trámites administrativos), la ley de sociedades, las tarjetas de crédito (eliminan requisitos para ampliar el uso), el turismo y las cuestiones laborales (como la posibilidad de que los telegramas y cartas documento se remitan de manera digital), entre otras materias.

Entre las espadas de Cambiemos en el Congreso, no obstante, temen que las pretensiones de un gobierno envalentonado con el ya instalado «efecto Pichetto» sean algo ambiciosas. Por lo pronto, aseveran quienes conocen la agenda parlamentaria, difícilmente pueda avanzarse sobre alguno de los proyectos del oficialismo antes de la primera semana de julio. Muchos de ellos no tienen siquiera dictamen de comisión. El problema es que a medida que se acerquen las PASO ya las estrategias electorales pueden modificar muchos de los apoyos comprometidos. «El desconocimiento que tienen del tema parlamentario aun después de tres años y medio es importante», se lamenta un hombre que frecuentaba los pasillos del Congreso aun antes de que Macri se hiciera de la presidencia. También será clave para saber si los anhelos del Ejecutivo son realizables la reunión que mañana tenga el bloque del PJ, que hasta hace días condujo Pichetto. Se espera que en el encuentro se definan las nuevas autoridades del bloque y se designe además quién reemplazará a Pichetto en el Consejo de la Magistratura, donde ocupaba una silla como representante de la oposición.

El Gobierno pecó varias veces de exceso de voluntarismo. Todavía en los debates públicos le vuelven como látigos frases como «la lluvia de inversiones», «los brotes verdes» o «la recuperación del segundo semestre». El fracaso de la gestión económica no puede analizarse por separado de la soberbia que caracterizó a Cambiemos en sus primeros dos años y medio de Gobierno. Queda de manifiesto hoy que contar con funcionarios con educación de elite y de buen vínculo con el círculo de poder internacional no son condiciones suficientes como para convencer a los inversores de volver a confiar en el país ni para modernizar una economía que acumula años de malos manejos. Los inversores no solo piden interlocutores empáticos que hablen inglés fluido. Exigen gobernabilidad y seguridad jurídica. En los próximos días, por ejemplo, se licitará el gasoducto clave para llevar el gas de Vaca Muerta hasta Saliqueló (en un primer tramo). Entre las empresas interesadas en construirlo -obra que demandará US$800 millones- admiten dos trabas: quieren que se les garantice un repago en dólares y condiciones estables para los próximos 20 años.

El ministro de Producción, Dante Sica, acuñó en los últimos días un nuevo término para hablar de la incipiente mejora que muestran algunas variables económicas, que refleja una mayor cautela de la que tuvieron sus antecesores. «La actividad está mejorando en el margen», dijo. «Estamos viendo algo de mejora en la demanda de acero, de aluminio y de papel, que es lo que usa la industria alimentaria para el packaging», aseguró.

En los bancos reconocen que en mayo notaron una leve mejora de la demanda de crédito. Juan Curutchet, presidente del Banco Provincia, dice que la demanda de microcréditos fue en abril y mayo pasados mejor que en todo el último año. En la cartera de Sica se ilusionan con el impacto de los planes Ahora 12 y Precios Esenciales. También anticipan que podrían prorrogar los subsidios para la compra de autos 0 km que lanzaron para junio si los patentamientos crecen entre un 5 y 7% en el mes. «Con esta mejora, el subsidio se paga solo, con los mayores ingresos por impuestos», explica el secretario de Industria, Fernando Grasso. También la Anses empieza a ver los resultados de su línea de crédito para jubilados y beneficiarios de planes sociales. Ya hay dos millones de jubilados que tomaron préstamos por unos $ 46.000 millones; la mitad -según un sondeo de la Anses- los destinan a la refacción de la vivienda. De la empresa Cerro Negro -compañía que produce materiales de construcción y es propiedad de Comercial del Plata- le hicieron llegar a la Anses un correo para comentarle que sus ventas crecieron 20% en mayo con respecto a abril.

La expectativa tanto en el Gobierno como en el sector privado es que las paritarias empiecen a traccionar a partir de junio/julio, a medida que los consumidores recuperen poder adquisitivo. Gracias al «efecto Pichetto», el secretario de Finanzas, Santiago Bausili, ya evalúa extender el plazo de las emisiones de deuda del Tesoro.

Fuente: La Nación