Compartimos la columna de la periodista Natalia Nieto emitida en el programa Compartiendo su Mañana por Aries FM.

¿Se puede llamar la atención del electorado con escándalos? Seguramente es posible. Pero el efecto que tal vez los promotores de supuestas polémicas no midan, es el repudio y rechazo que pueden generar en el electorado esos ataques, y especialmente los misóginos. Y en consecuencia, provocar más apatía y desinterés en las elecciones y especialmente, en la clase política.

Que la campaña saca lo peor de los malos, no hay dudas. Pero que en la coyuntura se aproveche para seguir ejerciendo violencia política de género, agrava el cuadro y la falta de respeto hacia la sociedad. Ya no es solamente hacia Flor Peña, Pamela Ares, Bettina Romero, o los espacios que ellas representan. Es contra un electorado que está cansado de gestos violentos que reproducen estereotipos machistas. Y por supuesto, lo que queda al desnudo, es la pobreza de la campaña y de la oferta electoral, sin proyectos o con promesas paupérrimas.

Es un clásico: a las mujeres se busca descalificarlas o humillarlas inventándoles amantes o exhibiendo en público su vida privada o su vida sexual. A los varones no se les cuestiona si dejan a sus hijos, cambian de domicilio van a la Casa Rosada o le dedican todo el día a la política. Pero, claro: no hay hasta ahora, un acuerdo entre las fuerzas políticas para que la campaña provincial y nacional se transite con más altura, con propuestas, con ideas políticas y sin violencia política de género.

Claramente, la violencia política y de género se toma como arma de disciplinamiento. El ataque misógino perpetrado por el diputado nacional de Juntos por el Cambio Fernando Iglesias contra Florencia Peña debe ser sancionado, ya que se trata de un representante del pueblo. Porque sus  dichos, -de reproducción innecesaria-, exponen claramente distintos tipos de violencia de género: política, simbólica y mediática. El objetivo fue claro: mandarle un mensaje aleccionador a todas las mujeres que se meten en política y a las que asumen un compromiso con los sectores populares. De hecho, no es la primera vez que Florencia Peña recibe agresiones misóginas a través de los medios, sobre todo desde que expresó posturas políticas vinculadas al peronismo.

Pero como sostuvimos en varias oportunidades, la norma no va de la mano de las acciones y aunque la Ley Nacional 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la violencia contra las mujeres tipifica todas las violencias, los propios actores de la política la desconocen.

Lo que pasa en Salta no es diferente. Hoy hay ataques visibles, pero en las sombras de los acuerdos, también se ejerce violencia cuando se deja afuera a muchas mujeres militantes y a pesar de que rige la Ley 7.955. Esa normativa dispone que “la postulación de precandidatos y candidatos deberá respetar la igualdad real de oportunidades garantizando la participación equivalente de géneros para el acceso a cargos electivos”. Pero como también exceptúa de la paridad a “los cargos unipersonales o cuando se eligiere un solo precandidato o candidato en la categoría”, está cantado que habrá departamentos que tendrán representantes varones, porque encabezan las listas. Es decir: la paridad solo opera en la conformación de la lista, pero no en la del cuerpo. Si en un distrito se eligen dos diputados y las dos listas ganadoras están encabezadas por varones, los dos diputados van a ser hombres, aún cuando tengan de segunda candidata a una mujer.

En Salta, solo 1 de cada 5 listas provinciales oficializadas está encabezada por una mujer y ya se sabe, por ejemplo que en el Senado, habrá cuadro departamentos de la provincia en los que su representante será hombre, ya que no hay una sola candidata mujer: Cachi, Guachipas, Los Andes y Molinos. No hay que olvidar que se pone en juego la única banca de las 23 que ocupa una mujer, la de La Caldera.  En la Cámara de Diputados, se renovarán 30 bancas, pero sobre 87 cabezas de lista, solo 18 son mujeres, lo que representa apenas el 20%. Allí también, las bancas de algunos departamentos van a estar ocupadas indefectiblemente por varones, ya que en Cachi, Iruya y Rivadavia solo hay varones encabezando las listas. Hoy, solo 19 de las 60 bancas están ocupadas por mujeres.

Y en el ranking que elaboraron los colegas de Salta/12, de los partidos más patriarcales, por sus listas, están en orden descendiente el frente Salta para Todos, seguido por el Frente Grande y el Frente de Todos, que comparte la posición con el oficialista Unidos por Salta. Le siguen Juntos por el Cambio +, y el Frente Gana Salta. Luego está el Frente de Izquierda y de Trabajadores y se llega a la conclusión de que solo dos organizaciones políticas tienen listas con paridad entre las cabezas de lista: Salta Independiente y el Partido Obrero –Más. Ni hablar de las lucha del colectivo trans, que tiene solo cinco candidatas a concejalas en toda la provincia. Y solo dos de ellas encabezan listas.

Entonces, no es que la violencia política aparece en medio de la campaña y con afiches arruinados, cuestionamientos a candidatas y hostigamiento mediático: se ejerce antes, desde los partidos y frentes políticos, cuando se conforman las listas y priman los acuerdos políticos de varones, que en definitiva, terminarán siendo más que las mujeres en los cuerpos legislativos. Y de esa forma, definirán políticas públicas que involucren a una población compuesta en más de la mitad de sus habitantes, por mujeres. Así, los varones aseguran sus espacios de poder y siguen decidiendo por todas y todos.

A 11 días de las elecciones provinciales, parece mucho pedir que en la campaña electoral se escuchen críticas constructivas y proyectos y no chicanas. Esa es la fácil.  Sin embargo, los candidatos no deberían subestimar al electorado, que ya no come vidrio y en medio de la crítica situación actual, espera mucho más que politiquería barata, vacía y cargada de agravios.