Compartimos la columna de la periodista Natalia Nieto emitida en el programa Compartiendo su Mañana por Aries FM.

El patrimonio de pedir que los más ricos cedan, por única vez, un mínimo porcentaje de sus ingresos, no es argentino. Hace dos días, lo planteó el presidente de Estados Unidos como una necesidad y aquí, el gobierno nacional tiene casi déficit cero por la plata del FMI, pero especialmente por el «impuesto a la riqueza». La ONU presiona y dice que con el 2% de la riqueza de Elon Musk, se podría resolver el hambre mundial.

Tanto es así que Un pequeño grupo de individuos ultrarricos podría ayudar a resolver el hambre en el mundo con solo una fracción de su patrimonio neto, según estima el director del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas. Es David Beasley el que sostuvo este martes en el programa Connect the World de CNN, que los multimillonarios deben «dar un paso al frente ahora, por una sola vez», y citó específicamente a los dos hombres más ricos del mundo, Jeff Bezos y Elon Musk.

Saca cuentas y sostiene que «US$ 6.000 millones para ayudar a 42 millones de personas que literalmente van a morir si no los ayudamos, no es complicado».

El director ejecutivo de Tesla, Musk, tiene un patrimonio neto de casi US$ 289.000 millones, según Bloomberg, lo que significa que Beasley está pidiendo una donación de solo el 2% de su fortuna. El patrimonio neto de los multimillonarios estadounidenses casi se ha duplicado desde que comenzó la pandemia y se ubica situándose en US$ 5,04 billones en octubre, según los grupos Institute for Policy Studies y Americans for Tax Fairness.

Y qué analiza la ONU? Que una «tormenta perfecta» de varias crisis, como el cambio climático y la pandemia de covid-19, significa que muchas naciones están «llamando a la puerta de la hambruna».

Por caso, la mitad de la población de Afganistán —22,8 millones de personas— se enfrenta a una aguda crisis de hambre y de ese total, más de 3 millones de niños menores de cinco años están en riesgo.

Y esta semana, Biden habló sobre el impuesto a la riqueza que quiere aplicar para pagar gastos sociales: sólo abarcaría a los «billonarios» estadounidenses y sería la forma de pagar los planes de gasto social del país del norte. Por ahora, la medida encuentra resistencia incluso en el Partido Demócrata, pero básicamente, se traduce así: los multimillonarios podrían pagar impuestos sobre las ganancias de capital no realizadas sobre sus activos líquidos. La medida abarcaría a personas con U$S 1.000 millones (en EEUU esa cifra representa un billón de dólares, por lo que se la conoce como impuesto a los billonarios) y según esa fórmula, el impuesto abarcaría a 700 contribuyentes, o al 0,0002 por ciento más rico.

Igualmente, los demócratas esperan que genere al menos U$S 200.000 millones en ingresos durante una década.

¿Qué pasó en Argentina? El ministro Guzmán llegó a esta altura del año con casi déficit cero por la plata del FMI y el «impuesto a la riqueza», porque los ingresos extraordinarios que tuvo el Tesoro en 2021 ya aportaron 1,6 puntos porcentuales del PBI y arriman al Gobierno al equilibrio fiscal. A tres meses de que termine el año, el desequilibrio primario de la balanza fiscal se mantiene en 1,9% del Producto Bruto Interno (PBI) y se extiende al 3,5% si se suman los intereses (resultado financiero).

El resultado fiscal se acerca aún más al equilibrio si se contabilizan los recursos extraordinarios que tuvo en este 2021 el Tesoro: el aporte de las grandes fortunas o «impuesto a la riqueza» ($ 231.000 millones) y los Derechos Especiales de Giro (DEG; $ 427.000 millones) que emitió el Fondo Monetario Internacional (FMI) y que se utilizaron para pagar un vencimiento de capital con el propio organismo.

Y como siempre, el aporte de enmarcar lo que sucede en Salta con tremendo panorama internacional y nacional, es recordar brevemente que solo en la ciudad de Salta y alrededores, hay 272.274 pobres, porque durante el primer semestre de 2021, la pobreza en la ciudad de Salta y alrededores se ubicó en poco más del 42 por ciento, que representa esas más de 270 mil personas, que a su vez integran los 60.665 hogares que con los ingresos que tienen no llegan a cubrir la canasta básica total. Solo dentro de ese grupo, la indigencia se ubica a nivel personas en más del 11 por ciento y llega al 9 de los hogares que no cubren siquiera la canasta básica alimentaria.

En comparación al primer trimestre del 2020 la situación es levemente mejor, ya que en ese período la pobreza estaba en 45,5%. Paradójicamente, en la segunda mitad del año pasado la situación en Salta mejoró bastante, porque las ayudas diseñadas por el gobierno nacional, como el IFE que llegó a unos 400 mil salteños, impactaron positivamente en los hogares salteños y en consecuencia redujeron la pobreza a menos del 42%, cuando en la mayoría del país siguió incrementando, inclusive en ese semestre la provincia estuvo por debajo del promedio nacional, que era del 42%.

Hasta ahora, solo números. Pero son familias que se quedan sin comer o que deben optar por un desayuno que hace de almuerzo o una meriendecena, para dormir sin ruidos en el estómago. La solidaridad entre pobres, que tanto se pondera a partir de la aparición de numerosos merenderos y comedores, es hermosa. Pero no alcanza. Tampoco alcanzó la idea de que los millonarios locales (y de multinacionales que están en Salta), aporten por única vez, un poco de sus ingresos para reducir el hambre, porque el año pasado la mayoría legislativa prefirió no tratar ese proyecto. Tampoco alcanza porque falta mayor presencia e ideas del Estado para encontrar soluciones de fondo y definitivas y no seguir sumando parches. Los estómagos suenan todos los días.