Hace 30 años, Miguel Ángel Gómez sufrió un trágico accidente en el cual perdió a su esposa y él quedó en muletas. Tras el final de su carrera como enfermero, con ayuda de una de sus hijas se reinventó, creó su emprendimiento y es furor en Salta
Está más que emocionado. No sólo porque su historia llegó a Buenos Aires sino porque aún recuerda el abrazo de los niños que este domingo le agradecieron por los regalitos que, disfrazado de Papá Noel, les llevó. Miguel Ángel Gómez es jubilado de enfermero. A los seis meses de dejar de trabajar se deprimió porque no sabía qué hacer de su vida. Se sentía triste y raro sin una actividad.
Tiene 63 años. Sufrió dos infartos luego del accidente y eso hizo que se jubilara dos años antes. No estaba preparado para la vida sin trabajar. “La enfermería es una profesión hermosa, pero ingrata, mal paga y a veces hay que padecer a las familias de los pacientes porque a muchos los han abandonado y lo que se ve es muy triste. Pese a todo, extraño mucho lo que hacía, que fue una manera que encontré de agradecer al sistema de salud toda la ayuda que me dieron cuando, después del accidente que tuve a los 33 años, quedé con muletas y una recuperación de seis meses”, cuenta desde Salta en diálogo con Infobae.
La gomería móvil
“No es un trabajo, ni un hobby. Hacer esto es salud para mi”, dice con seguridad en diálogo con Infobae. Nacido y criado en Salta, Miguel Ángel repasa un poco su historia y recuerda la infancia, con carencias materiales junto a su madre y sus dos hermanos.
Luego de mucho esfuerzo para terminar sus estudios secundarios comenzó enfermería, profesión que siempre lo apasionó. Quiso seguir con la licenciatura cuando la vida lo golpeó: sufrió un accidente en el que murió su esposa.
“Estaba sin trabajo y con mi esposa y la nena más chiquita íbamos a comer a una finca, donde daban comida. Ese día, volvíamos y un coche de la misma mano chocó de atrás. Yo, la verdad, no me acuerdo de nada, sólo el impacto. Supe qué pasó después de años por el expediente”, recuerda.
Se enteró que estuvo inconsciente y que quedó muy lastimado porque voló más de 18 metros tras el impacto. María Clara, su primera esposa, salió despedida y golpeó contra el asfalto. Fue fatal. “Ocurrió en la entrada de la ciudad. Lo sufrí muchísimo, pero no solamente por los golpes, los dolores y la rehabilitación sino por haber perdido a la mujer con la que fui feliz más de 15 años”.
Cuando se recuperó trató de seguir estudiando, pero estar al cuidado de sus tres hijos y aún con molestias por tener que valerse de muletas para caminar lo hizo desistir de la idea. “Seguía intentando, pero era mucho el dolor y todo lo que sentía por la muerte de mi mujer. No pude seguir”, lamenta. Al tiempo, se anotó en la Escuela Ramón Carrillo para estudiar enfermería: “Esa fue mi manera de agradecer y devolver todo lo que me ayudaron con el accidente y el trato que me dieron en el hospital”.
Los años de enfermero le fueron tan gratos como angustiantes y sufrió dos infartos. “Tuve que cuidarme, me mandaron a hacer reposo por un tiempo”, cuenta.
Casado con su segunda esposa y con dos hijos más, el momento de la jubilación fue para él duro. “No me gustó nada estar quieto. Me sentía mal por no trabajar porque empecé a sentirme un inútil, toda la vida trabajé. Desde chico”, agrega.
“El 28 de abril, este que pasó, se me ocurrió agarrar la moto y salir a vender productos de limpieza con un bidón de 5 litros, pero luego surgió la idea de la gomería móvil y usé ese bidón para llevar mis herramientas y le puse un cartel que decía que era sólo servicio para motos, como sé de gomería de motos pensé en arreglar las que se quedan en el camino, acá la gente se mueve mucho en motitos. Hice unos volantes, como para dejar en los barrios y ofrecer mis servicios. No sabía que existían las redes sociales, pero mi hija sí y ella fue la que me hizo cuentas para hacerme promoción. En junio, una de las foto que había subido al Facebook llegó a un diario digital de la zona, la compartieron con mis datos y fue un furor”.
Comenzaron a llamarlo de otros departamentos cercanos a la capital salteña y desde entonces no dejó de tener trabajo. “Ese servicio no existía en Salta. Comenzaron a caer pedidos que se podían agendar y también emergencias. Desde ese primer día de junio trabajo desde las 6 de la mañana hasta las 20.00”.
Ese trabajo le devolvió el alma al cuerpo. “Ahora me siento muy bien porque la gente me recomienda a sus conocidos, y otros me llaman por las redes o porque los medios locales me hacen entrevistas. Estoy muy agradecido”.
Ahora, Miguel Ángel sale con un bidón de casi 20 litros y lleva a cuesta todas las herramientas necesarias para remendar las motos que se quedan en los caminos. Cada vez que puede establece prioridades.
“Si tengo varios llamados de urgencia y me llama una mujer, primero trato de ayudarla porque no me parece bien que esté sola, a veces en medio de la nada. Entonces, calculo el tiempo en llegar y el tiempo en hacer los arreglos y llamo al que estaba antes para avisar que me voy a demorar. Hay otros casos en los que se programa la visita, pero si voy en camino y una dama necesita por urgencia, le doy prioridad. Sino es por agenda y orden de llamadas, a veces por distancia”, explica.
Agradecido porque su emprendimiento es furor cuenta que sin su familia no habría podido hacerlo. “Primero mis hijos querían que me dedicara a descansar, pero cuando entendieron que trabajar era importante, me apoyaron. Pasé de la depresión a encontrar algo que me da ganas de hacer todos los días”, asegura.
Solidaridad
Junto a unos 150 motoqueros, el fin de semana previo a la Navidad, sale a repartir regalos y caramelos a los chicos de los barrios salteños.
“Vamos disfrazados de Papá Noel y hacemos un recorrido repartiendo golosinas y ellos se ponen felices. Este domingo, por primera vez lo hice solo y fue una sensación maravillosa. Es una manera de agradecer a la gente que nos llama. Agradecer es importante y hay que hacerlo cada vez que se pueda”, finaliza.
Fuente: Infobae