Guía básica para saber qué mirar en las góndolas al momento de elegir un vino.
En el supermercado o la vinoteca, la oferta de etiquetas es cada vez más abrumadora y, pareciera, la tarea de saber qué elegir y no fallar en la compra se pone áspera.
En la Argentina existen casi 1.000 bodegas productoras pero, si multiplicamos ese número por la cantidad de marcas, variedades de uva y cosechas diferentes que cada una saca al mercado, entonces las opciones se potencian hasta el infinito. En medio, nosotros, los consumidores, sin entender muy bien qué elegir, por qué ni dónde.
Acá les comparto un listado de consejos inteligentes (bueno, al menos eso me parecen a mí) para comprar un buen vino sin gastar una fortuna:
#1. El varietal ya no va más. Es decir, la variedad de uva con la que se elabora un vino ya no es más el indicador exclusivo. Es mucho más potente el calor intenso de Salta, por ejemplo, que le imprime un alcohol alto y un color tremendo a un Cabernet, a un Pinot Noir, a un Malbec o a un Syrah. Y ahí el terruño (esa suma de tierra, sol, lluvias y la mano del hombre) domina. Entonces, si les gustan más los vinos potentes, esos rojo intenso que tiznan las encías de negro, entonces busquen tintos de Salta, de Catamarca, de Tucumán (sí, Tucumán hace vinos que están muy bien) o de La Rioja. Si, en cambio, prefieren los tintos más suavecitos, los que no se hacen sentir después de beberse una botella entera, entonces elijan Maipú, en Mendoza, o Río Negro y Neuquén.
#2. Qué región y por qué. Hay regiones que por su fama, el costo de la hectárea o los rendimientos, suelen ver brotar vinos más caros. Comparativamente es más fácil encontrar vinos económicos de San Juan que de Río Negro. Esto es solo un indicativo, con una infinita cantidad de excepciones. Sin embargo, y retomando esta idea, existen muchos Syrah sanjuaninos y Torrontés salteños de precios realmente económicos y una calidad superlativa. Esto es importante, entonces: si buscan precio, busquen “zonas gangas”: San Juan, Catamarca, La Rioja y Salta suelen ser más baratas que Río Negro, Neuquén o el Valle de Uco en Mendoza.
#3. El lugar, clave. Vinoteca mata supermercado. Es mentira que el vino en vinoteca sea más caro. En líneas generales, los negocios deben respetar el precio sugerido de bodega, con lo cual no existe mucha cintura para subir o bajar el número final. Eso sí: contra las promociones “pague tres, llévese mil” las pequeñas vinotecas barriales no pueden competir, pero su fuerte es el asesoramiento. Acérquense a ellas, pregunten, sáquense dudas. Recuerden que siempre un dueño de vinoteca será mejor guía que un repositor.
#4. Anímense. Esto es así: hay que centrarse cada vez más en los vinos blancos y rosados. Hay algunos no del todo interesantes, eso es cierto, pero también hay tintos no del todo interesantes y… bueno… ¿qué quieren que les diga? En una misma franja de precios, a veces son los vinos más claros los que concentran todas las sorpresas. Si son de los defensores a ultranza de tintos, olvídense de eso por un ratito y anímense a la excepción. Repito: tomemos más blancos y rosados.
#5. El precio. El precio es un indicativo, no quedan dudas. A veces podemos llevarnos un chasco, pero en general un vino no suele estar a un precio ridículo porque sí. Porque, si así fuera, nadie lo compraría y la simple regla oferta-demanda jura que terminará cayendo por peso propio. El precio, entonces, funciona como guía, así que sean conscientes: a una botella de $ 100 no se le va a exigir lo mismo que a otra de $ 500 o de $ 1.000. Seamos justos.
#6. Las sugerencias. No nos hagan tanto caso a los críticos, sommeliers o incluso a los medios especializados. En la mayor parte de los casos, quienes estamos de este lado conocemos apenas una partecita del mercado, y solemos estar viciados por preferencias personales (y comerciales en muchos casos). Confíen más en sus amigos o en el vinotequero: esa persona que conoce a ciencia cierta cuáles son sus gustos particulares y que, en base a ese gusto, les sugiere cuál camino tomar. Siempre son importantes las sugerencias de quienes ya han bebido por nosotros.
Fuente: Cucinare (Por Mariano Braga)