Compartimos la columna de la periodista Natalia Nieto emitida en el programa Compartiendo su Mañana por Aries FM.
¡Qué gusto reencontrarnos y que orgullo tener la certeza de que el aire de Aries nos permite sumar, criticar y aportar desde donde estamos!
Y eso trataremos desde este espacio, porque si hay algo en lo que vengo insistiendo, es en la necesidad de aprovechar las oportunidades. Y con ello, me refiero a las posibilidades de mejorar nuestra sociedad y la calidad de las instituciones, para que ese respeto por las normas se refleje en el crecimiento y mejoramiento de la calidad de vida de la ciudadanía.
Dicho así, parece mera declamación, pero analizando el contexto, hay datos puntuales de cómo se vino abajo la institucionalidad y la vida democrática en los últimos dos años, so pretexto de la pandemia y el aislamiento obligatorio. Claramente, los profesionales de la salud se enfocaron en evitar el contagio masivo y mitigar la enfermedad; los economistas se concentraron en el masivo impacto de la pandemia en los indicadores macroeconómicos y el desempleo; otros profesionales de las ciencias sociales alertaron acerca del tremendo impacto de la pandemia en los indicadores sociales y particularmente, en la expansión de la pobreza en países en desarrollo y especialmente en América Latina.
Pero la ciencia política también se ha ocupado de evaluar las respuestas de líderes y los distintos tipos de gobierno alrededor del mundo, en el marco de pandemia. Analizaron, por ejemplo, si los sistemas federales tienen más dificultad que los sistemas unitarios para imponer medidas de contención de la pandemia o si los países con mayor capacidad estatal tienen más éxito en el combate a la pandemia e inclusive, alertaron acerca del peligro de mayor corrupción y autocratización en ciertos países, así como del peligro de fortalecimiento de líderes o movimientos populistas.
Aunque parezca todo muy lejano y con desprecio, supongamos que nos cuentan la historia de “países bananeros”, Argentina no está muy lejos de aquello que describimos porque a la debacle generada por la pandemia, se sumó el intensísimo año electoral pasado, lo que dejó al desnudo que a río revuelto, ganancia de pescadores. La pandemia fue la excusa, pero una nueva, porque desde hace años se mide la satisfacción de la democracia y cómo ello podría incidir en la confianza electoral y en los partidos políticos.
Antes de la explosión de Covid, se investigó sobre la incidencia de la satisfacción con la democracia en la confianza hacia los partidos políticos en América Latina. En 2017, por ejemplo, se tomaron datos de la encuesta anual de opinión pública de Latinobarómetro que para ese año, involucró a entrevistados de 18 países latinoamericanos que representan a más de 600 millones de personas, y a través de la cual se observó el desarrollo de las democracias utilizando indicadores de actitud, comportamiento y opinión. No es tan difícil la hipótesis: a mayor satisfacción con la democracia, mayor confianza hacia los partidos políticos. O a la inversa, entre menor satisfacción con la democracia, menor confianza hacia los partidos políticos. Y acá, los dirigentes y militantes podrán decir que la transversalidad, que los movimientos políticos y alianzas, son la nueva forma de hacer política. Ello, a pesar de que nuestra Constitución Nacional dice que los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático.
¿Por qué hablo de oportunidades? Porque hasta el año pasado, el riesgo de retroceso democrático en América Latina durante la pandemia arrojó resultados muy interesantes: cinco países fueron calificados como países de bajo riesgo: Chile, Ecuador, Guatemala, México y Uruguay. Siete, en la categoría de mediano riesgo: Argentina, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Honduras, Nicaragua, y Panamá y seis, fueron los países catalogados como países en alto riesgo de retroceso democrático a causa de la pandemia: Bolivia, Brasil, El Salvador, Paraguay, Perú y Venezuela.
2022 es la oportunidad de no profundizar ese camino. No nos convirtamos en eso y en todo caso, aprovechemos para reforzar las instituciones desde nuestros lugares y hagamos respetar la división de poderes del Estado. Porque si el Legislativo sigue sin debatir y legislar los temas de fondo y sin controlar al Ejecutivo; o el Judicial sin investigar o juzgar como debe y el Ejecutivo, sin administrar los recursos con justicia, siempre perderán los mismos: quienes están cada vez peor y solo ven en los gobiernos municipales, provinciales o nacional, la salida clientelar para pasar el momento, sin proyección de futuro.