Compartimos la columna de la periodista Natalia Nieto emitida en el programa Compartiendo su Mañana por Aries FM.

Octubre. Cuenta regresiva. Para algunos, es el último tirón antes de la definición electoral de noviembre y la consecuente obtención de poder o mantenimiento de él.

Para otros, -los de la vida real-, implica sortear los últimos dos meses antes de fin de año, porque cada nuevo, trae esperanzas y eso, aunque el próximo se parezca mucho al anterior. A esta altura, el cuerpo ya manda señales y hay que prestar atención. Merituar qué es importante y qué no, vale la pena.

Los profesionales de la salud revelan que entre septiembre y octubre, empiezan a aumentar las consultas de pacientes que ya, agobiados, empiezan a somatizar y manifestar problemas en el cuerpo, originados por el cansancio y el estrés crónico. Si sumamos la realidad argentina y salteña, que nos tiene a los saltos, el combo es peligroso. Ya hablamos de la salud mental y su importancia, pero cuando un salteño está expuesto también a noticias tales como que hubo un policía femicida prófugo u otro tucumano que se escondía aquí; que el centro de la ciudad es una batalla campal por el espacio público y que la solución no llegó de la mano de la política y sí de la judicialización o que hay un intendente de zona de frontera que tenía millones en su haber y cuyo origen no parece lícito, seguramente, se cuestiona dónde vive. Más aún, cuando con la premura que no se ve para otras gestiones, el Poder Ejecutivo pide intervención municipal y apura la asunción del reemplazante de Prado, para que a su vez, asuma el actual interventor de Aguaray, pero en Salvador Mazza…pues bien, hay que tomar un respiro.

Desde este espacio, haremos un breve aporte para que oyentes de Aries, tomen la dimensión de las consecuencias del estrés crónico, que pone en riesgo la salud. De hecho, puede causar estragos en el cuerpo, la mente y las emociones.

Seguramente muchos oyentes enfrentan muchas exigencias diarias, cuidados familiares, enormes cargas de trabajo y pago de cuentas, solo para resumir y el cuerpo puede sentirse constantemente bajo ataque. Entonces, el hipotálamo, ubicado en la base del cerebro, activa un sistema de alarma en el cuerpo. A través de una combinación de señales nerviosas y hormonales, este sistema incita a las glándulas suprarrenales, ubicadas encima de los riñones, a liberar una oleada de hormonas, entre ellas, la adrenalina y el cortisol. Ay, maldito cortisol!

Seguramente ha escuchado referencias al cortisol como la “hormona del estrés”, que actúa como un neurotransmisor en nuestro cerebro, especialmente cuando enfrentamos situaciones difíciles o de alto grado de tensión. Cuando los niveles de cortisol están balanceados nuestros órganos y sistemas funcionan en armonía. Sin embargo, cuando esta hormona se mantiene elevada puede derivar en una alteración endocrina conocida como “hipercortisolismo”, que produce efectos muy negativos en las funciones de las células de todo el cuerpo.

El cortisol interviene en el metabolismo de los carbohidratos, las grasas y las proteínas. O sea, que dependiendo de los niveles de cortisol será como el cuerpo maneje el uso de todo lo que se come. Regula los niveles de inflamación en el cuerpo. Controla la presión sanguínea. Equilibra los niveles de glucosa en la sangre. Controla el ciclo de sueño y vigilia. Eleva la energía para manejar el estrés. Ayuda a equilibrar la sal y el agua del cuerpo y contribuye con la memoria y la concentración. Pero el exceso de cortisol puede alterar todas las funciones anteriores. Cuando el estrés se convierte en crónico, el cuerpo está en un estado de lucha permanente y todos los sistemas, indispensables para la supervivencia, no funcionan como deberían.

Y entonces, se afectan el sistema inmunológico y ello puede derivar en enfermedades respiratorias, alergias o enfermedades autoinmunes como el Lupus. Se afecta el sistema gastrointestinal y se produce indigestión, irritación e inflamación de la mucosa intestinal lo que podría ocasionar úlceras o síndrome de colon irritable. Se perjudica el sistema cardiovascular y puede haber infartos y problemas cardio y cerebro vasculares. Y afecta el cerebro, por lo que se hace difícil conciliar el sueño y más aún, lograr uno profundo. Se produce un ciclo vicioso que deriva en un declive mental, en falta de memoria y de concentración.

También cambia el sistema metabólico y ocasiona retención de grasa y líquido, aumenta el riesgo de diabetes tipo 2. Además, el exceso de cortisol podría ocasionar disfunción eréctil, así como la interrupción del ciclo ovulatorio y ciclos menstruales. Inclusive puede provocar infertilidad.

El cortisol alto, provocado por el estrés continúo, también causa síndrome de fatiga crónica, trastornos de la tiroides, demencia, depresión deterioro de la concentración, de la memoria y no recuerdo qué más.

Por eso es tan importante aprender formas saludables de lidiar con los factores estresantes de la vida. No van a dejar de estar. Por ejemplo, el incumplimiento de horarios de la gente que se compromete con usted. ¿Puede hacerse cargo de eso? No debería. ¿Qué hacer, entonces?

Aprender a reaccionar ante el estrés de una manera saludable, mantener una dieta saludable, hacer ejercicio regularmente y dormir lo suficiente, practicar técnicas de relajación, dedicar tiempo a los pasatiempos, fomentar amistades saludables, tener sentido del humor y reír mucho (porque segregamos hormonas de la felicidad cada vez que reímos), y organizar y priorizar lo que hay que hacer, descartando lo innecesario. Por supuesto, el asesoramiento profesional puede ayudar a desarrollar estrategias de afrontamiento específicas para manejar el estrés. Las recompensas de aprender a manejar el estrés pueden incluir tranquilidad, menos estrés y ansiedad así, la vida podrá ser más prolongada y saludable.

Esta no es una columna de autoyuda, pero no se olvide de agradecer, porque la ciencia determinó que también es fundamental para segregar hormonas que benefician el funcionamiento orgánico.

Sí, nos salimos un poco de lo periodístico, pero la altura del año, las consecuencias de la pandemia y la realidad política y social, nos imponen pensar también en las consecuencias para la salud. Y un sistema de salud golpeado por el Covid y la excesiva demanda, no necesita que le sumemos más.