Compartimos la columna de la periodista Natalia Nieto emitida en el programa Compartiendo su Mañana por Aries FM.

¿Es la palabra “articular” tal vez, la más escuchada en los ámbitos políticos y la acción menos lograda en las gestiones públicas? Seguramente.

Lo cierto es que las problemáticas profundas requieren de la mentada articulación para que deje de ser solo una declamación. En el caso específico de la violencia de género, no hay otra forma posible porque de esa construcción colectiva, dependerá el éxito de generar políticas públicas duraderas y efectivas para reducir y eliminar las violencias.

Al decir del politólogo Luis Fernández “articular es un verbo muy potente, con consecuencias y procesos profundos” porque quien articula convoca para proponer, escuchar, convencer o construir en colectivo; armoniza posturas y asume cooperación. Quien articula asume que no puede solo o sola y que requiere de más personas para sumar esfuerzos. Y así como la flamante secretaria de la Mujer, Género y Diversidad de la Provincia, Itatí Carrique celebró la iniciativa de crear la Secretaría, dijo que es «algo histórico» y destacó que el gobernador  Gustavo Sáenz tiene un compromiso genuino con la inclusión de las mujeres y las diversidades en la sociedad “con todos sus derechos”; de la misma forma debieran articularse todos los esfuerzos dispersos de estatales y organizaciones intermedias, para lograr que la reducción de la violencia en todas sus manifestaciones, sea un hecho.

El trabajo es arduo y requiere que se plieguen todos los organismos del Estado, para empezar.  Solo a modo de ejemplo, citaremos datos del informe elaborado por el equipo de trabajo de UNICEF Argentina, en el marco del Proyecto Salud Adolescente llevado adelante por la Dirección de Materno e Infancia del Ministerio de Salud Pública de la Provincia, que reveló que entre los Indicadores Seleccionados de Salud Integral las Adolescencias Salta 2017-2019, con datos sobre fecundidad, entre 2016 y 2019. La gravedad de los datos es que hablan de la fecundidad en niñas de 10 a 19 años, etapa crucial para la vida adulta y que termina siendo suplida por una experiencia forzada de maternidad (la mayoría de las veces), cuando nunca una niña de 10, 11, 12 o más años, podría elegir ser madre, en lugar de jugar o estudiar.

En 2016 nacieron 4.859 hijos, de criaturas de 10 a 19 años; en 2017; otros 4.914; se sumaron  4.417 en 2018 y en 2019, la cifra bajó a 3120 niños nacidos vivos, de madres niñas.

Por caso, en 2018, nacieron 24.995 niños y niñas de los cuales 4.417 corresponden a adolescentes de entre 10 y 19 años; es decir poco más del 17 % del total de los nacimientos. En 2019, casi el 19% de nacidos vivos de la provincia, fue de madres de 10 a 19 años.

Con esos datos, ¿se puede seguir, a esta altura, discutiendo la necesidad de garantizar la Educación Sexual Integral, que no solamente es obligatoria, sino imperiosa? Porque a través de la ESI, la escuela ayuda a chicos y chicas a comprender su proceso de crecimiento y a sentirse acompañados en el desarrollo de la sexualidad y el cuidado de la salud. La Educación Sexual Integral brinda herramientas para que las y los adolescentes puedan expresar sus emociones y sentimientos; decidir con libertad y responsabilidad cuándo iniciar las relaciones sexuales y con quién; evitar embarazos no deseados e infecciones de transmisión sexual; conocer el derecho de las adolescentes embarazadas a seguir estudiando; respetar la diversidad sexual y rechazar toda forma de discriminación; construir un análisis crítico sobre los mensajes cotidianos sobre la sexualidad (en medios de comunicación, especialmente la televisión, internet o los chistes que esconden micromachismos) y especialmente, saber a quién acudir en caso de violencia sexual.

Aquí, la articulación entre la Secretaría de la Mujer y los Ministerios de Educación y de Salud Pública, se ve obvia. Pero con la certeza de que los derechos de mujeres y diversidades siguen siendo los más vulnerados, es que sabemos que esa deseada articulación, deberá ser con todos los organismos estatales y las organizaciones intermedias. Tampoco será posible totalmente, sin el necesario aporte de los medios, porque como sostuve en este mismo espacio, en marzo de 2021, hace falta “más autocrítica y capacitación y menos reproducción y naturalización del machismo” porque la responsabilidad de las empresas periodísticas sin perspectiva de género y su influencia e impacto en la audiencia en la reproducción diaria de estereotipos machistas, es innegable.

La Secretaría de la Mujer, Género y Diversidad es histórica y si todos en el equipo del Gobernador lo entienden también de esa forma, será entonces un éxito la complicada tarea que tiene la colega Itatí Carrique por delante. Desde este espacio, celebramos que se avance y se generen nuevos hitos en la lucha contra la violencia y especialmente, esperamos que la palabra “articular”, no quede en mera declamación.