Una investigación a fondo de las bancadas que conforman Diputados -la más dura y las dialoguistas-. Los nombres que conforman las líneas internas que le dan forma a esos espacios y el aporte de los ocho votos de Innovación Federal, el bloque de referentes de partidos provinciales. Por Salta, están Calletti, Vega y Outes.
Dicho lo cual, solo una administración que tiene la audacia como marca registrada podía arrancar la gestión mandando al Congreso un proyecto como fue el original de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos. Porque en modo alguno podía pensar alguien racional que ello fuera a salir.
Pasó lo que pasó, pero lo cierto es que, reducido bastante, el proyecto ya es ley. Un éxito no menor para un Gobierno que cuenta con apenas 38 diputados y 7 senadores.
Habrá que destacar que para eso el oficialismo contó -y cuenta, a pesar de la ira presidencial, que suele ser impiadosa con los legisladores- con una oposición dialoguista que colabora con su gestión y no solo le ha permitido aprobar la Ley Bases y el paquete fiscal, sino que también le ha garantizado frenar no pocas embestidas de la oposición más dura, como contra el mega DNU 70/23.
Esa relación con el Gobierno ha generado efectos no menores en el seno de la oposición. En la más dura y también la colaboracionista. Hasta el momento los resquebrajamientos no han sido generalizados, pero sí notorios. Como cuando los tres diputados tucumanos que responden al gobernador Osvaldo Jaldo decidieron hacer “rancho aparte”, dejando al bloque Unión por la Patria por debajo del centenar de miembros. Así y todo, la principal oposición cuantitativamente hablando ha logrado mantenerse bastante sólida. No le pasó, por ejemplo, como cuando Cambiemos llegó al poder y 17 diputados que respondían a sus gobernadores se apartaron del Frente para la Victoria. En este nuevo regreso al llano -antes de lo previsto para los gobiernos peronistas acostumbrados cuanto menos a mantenerse más de un período- el ahora denominado Unión por Todos conserva a la mayoría de sus miembros. Por ahora.
Lo que no sucedió con Juntos por el Cambio cuando le tocó perder, en 2019, pasó cuatro años después. Después de una interna insólitamente sangrienta que dividió aguas en el seno de esa fuerza, la victoria del “tercero en discordia” no hizo más que precipitar los acontecimientos. El coqueteo que en campaña habían mantenido los sectores más notorios del Pro con el cuanto menos extravagante Javier Milei ya había hecho demasiado ruido internamente y el posterior apoyo decidido por Mauricio Macri y Patricia Bullrich de cara al balotaje le puso final a lo que en definitiva nunca dejó de ser una coalición electoral. Exitosa, pero electoral al fin.
Una vez hubo estallado la misma, todos los partidos que la componían volvieron a su condición original, salvo un sector que mantuvo ese espíritu para la tarea legislativa, donde de todas maneras quedaron expuestas las diferencias en cada votación de esa heterogénea bancada. Hablamos de Hacemos Coalición Federal, hoy Encuentro Federal.
El Pro ha mantenido la homogeneidad en su posicionamiento frente (o junto) a La Libertad Avanza, pero tiene diferencias notorias en su seno, que todavía no se han transformado en las votaciones.
Cosa que sí ha sucedido en el radicalismo, el partido más importante junto al Pro de lo que fue Cambiemos y después JxC. Ahí las diferencias internas son cada vez más importantes en el seno del bloque que hoy conduce Rodrigo de Loredo, pero de momento se ha privilegiado “la unidad en la diversidad”.
De esas bancadas que hoy se plantan de manera bien distinta frente al oficialismo, y del oficialismo también -que tiene sus internas a la orden del día y parecen despiadadas-, hablaremos aquí. Porque de la manera como puedan administrar cada uno de los bloques sus diferencias dependerá buena parte de la suerte de la gestión libertaria. Al menos en la Cámara baja, donde la relación de fuerzas es más diversa.
La principal oposición
“Somos, por lejos, la principal oposición… pero eso no nos sirve de nada”, reconoció amargamente ante este medio un diputado de UP, que agregó: “Ese número no nos alcanza para ganar ninguna votación. Y el oficialismo no nos convoca para consultarnos nada”.
Así y todo, han logrado ya algunos acuerdos con parte de esa oposición colaboracionista del Gobierno. Sucedió ya con la movilidad jubilatoria y el financiamiento universitario, temas con los que consiguieron con la UCR y el bloque de Miguel Pichetto forzar el tratamiento de temas resistidos por el Gobierno y alcanzar su sanción.
Saben, de todas formas, que para avanzar con alternativas de ese tipo tienen que resignar protagonismo. Por lo pronto, no pueden ponerse al frente de esas movidas, sino que deben ser impulsadas por otras bancadas y ellos después sumarse, pues al revés, quienes formaron parte de Juntos por el Cambio tienen resistencia a participar. Ellos son “mancha venenosa” y lo reconocen. Por eso van también a esas votaciones a sabiendas de que los dictámenes de mayoría que puedan rubricar no serán después los que se impongan. De momento, ese es el estado de situación y han encontrado a través de esa vía la posibilidad de alcanzar pequeñas victorias.
Internamente tienen sus diferencias en el bloque conducido por Germán Martínez. La falta de un líder que unifique contribuye en esa dispersión. El liderazgo de Cristina Fernández de Kirchner también se ha resentido. El desgaste y, sobre todo, la imposibilidad de ganar por sí sola, han hecho de esa figura una líder acotada.
Porque así le conviene, el Gobierno y buena parte de la oposición ex JxC siguen llamando a UP “kirchnerismo”, un mote con tono despectivo. Aunque esa definición no pueda involucrar a todos sus miembros. En rigor, esa definición política debería limitarse a 36 de los miembros de esa bancada: el 36%, más allá de que entre el resto de esa bancada una mayoría siga reivindicando a los gobiernos kirchneristas y mostrándose más que cercanos, la actualidad política los encuentra más bien distantes.
Siendo estrictos, el bloque de Germán Martínez podría ser dividido en diez partes. Veamos sino: camporistas, kirchneristas duros, kicillofistas, massistas; los que responden a sus gobernadores; los alineados con sus intendentes; los “sin tierra”; los santiagueños, y hasta Frente Patria Grande y Movimiento Evita. Y eso que borramos la acepción “albertistas”, aunque en el fondo los tres a los que les cabía ese alineamiento estén ahora auscultando su futuro (Santiago Cafiero, Victoria Tolosa Paz y Leandro Santoro).
Hay grupos pequeños, como Patria Grande (Itai Hagman y Natalia Zaracho), o el Evita (Eduardo Toniolli). O el propio kicillofismo, que comprende apenas a Daniel Gollan y Agustina Propato. Por ahora pocos, para quien se imagina terciando para la candidatura presidencial en tres años, pero tampoco los diputados que responden a sus gobernadores son numerosos individualmente. Juntos, no llegan a la veintena.
Y entre estos, tenemos a los tres catamarqueños alineados con el gobernador Raúl Jalil, que muchos imaginan próximamente formando un bloque aparte, como los tucumanos de Independencia, o bien armando con él. Estos son Fernanda Ávila, Silvia Ginocchio y Dante López Rodríguez. Ya lo mostraron cabalmente cuando el debate de la Ley de Bases; o mejor dicho, en algunos artículos, pues en las votaciones generales los de Germán Martínez siguen mostrando homogeneidad.
Están los “sin tierra”, que suman 16, entre los cuales podemos destacar a diputados como el jujeño Guillermo Snopek y la mendocina Liliana Paponet, que juegan como “líberos”, tal cual lo mostraron al votar a favor el proyecto para considerar “servicio esencial” a la educación.
Esa misma cantidad tienen los camporistas, entre los cuales está por supuesto su líder, Máximo Kirchner, y se distinguen Paula Penacca, Vanesa Siley y José Glinski, por citar solo a un puñado.
Por kirchneristas duros, tomamos a diputados como Carlos Castagneto, Carolina Gaillard o Hugo Yasky. Son una veintena. En tanto que el massismo tiene 8 representantes: Cecilia Moreau, Daniel Arroyo, Diego Giuliano, Ramiro Gutiérrez, Sabrina Selva, Mónica Litza, Micaela Morán y Marcela Passo.
El Pro
Si la interna despiadada del año pasado fue la perdición para Juntos por el Cambio, el partido más afectado individualmente fue sin dudas el Pro. Porque obviamente los que decidieron separar aguas fueron los dos principales contendores de esa interna, Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta. Propios y extraños reconocen que forzar elecciones en todos los distritos y en todos los rubros, fue la génesis de la derrota posterior. Porque en lugar de competir solamente los candidatos presidenciales, que hubiera sido lo más lógico, ambos decidieron ir a las PASO con tropas fieles, y eso no hizo más que dividir interna y mortalmente.
La principal responsable de esa decisión terminó siendo víctima de esa estrategia. Al mantener la condición de competir en todos lados con tropa propia, Patricia Bullrich pretendía compensar con “fidelidad” el “aparato” que respaldaba a su rival, jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, nada menos. Ganadora con amplitud de esa interna, ya como candidata presidencial del espacio no pudo cerrar las heridas de la campaña, que sobre todo su aspereza había impuesto.
Esa decisión fue la que hizo que cada uno llevara en las listas a gente propia, no solo del Pro, sino también de los aliados. Algunos mantienen ese alineamiento en la actualidad, dentro de un bloque que se encuentra en la disyuntiva que le ha generado la decisión de La Libertad Avanza de no unir voluntades en el Congreso.
La división generada por la vuelta de Mauricio Macri a la conducción del partido que él mismo creó es acotada, por el propio peso político del expresidente que ha generado que la mayor parte de la dirigencia se encolumnara detrás suyo. Así y todo, la división existe dentro del bloque Pro de Diputados. Un ejemplo: nombrar como “macrista” a un legislador en otro tiempo no hubiera generado ninguna reacción de aquel miembro del Pro que no lo es. Hoy sí.
De los 37 miembros del bloque que conduce Cristian Ritondo –abiertamente alineado con Macri-, los que reconocen afinidad con Patricia Bullrich son algo más de una decena. Comenzando por Damián Arabia, del riñón de la ministra de Seguridad. En ese sector se encuentran diputados como Laura Rodríguez Machado, Patricia Vázquez, Sabrina Ajmechet y Silvina Giudici, quien en su rol de secretaria Parlamentaria del bloque debe hacer equilibrio para evitar suspicacias.
Como sea, la votación del decreto de necesidad y urgencia 656/24 dividió aguas en esa bancada y exhibió un alineamiento menor cerca de Patricia Bullrich.
En ese sector se puede encuadrar a Fernando Iglesias, de los diputados que en realidad tienen llegada directa con Javier Milei. A propósito, de los muy valorados por La Libertad Avanza se encuentra sin lugar a dudas Silvia Lospennato, una discípula de Emilio Monzó que decidió quedarse en el Pro. En la interna de 2023 jugó con Horacio Rodríguez Larreta, pero hoy está encolumnada con Mauricio Macri. Igual que María Eugenia Vidal.
Del larretismo no ha quedado una línea interna en el seno del bloque. Está Alvaro González, quien no por ello ha dejado de ser orgánico dentro de esa bancada. Lo mismo podría decirse de Hernán Lombardi, que jugó a fondo en la interna con Patricia Bullrich, pero hoy se mantiene equidistante en función de su respeto a Macri.
De la nueva guardia, Martín Yeza, flamante titular del Congreso del Pro, es un elegido de Macri como las caras nuevas del partido que quiere mostrar.
Esa nueva guardia de liderazgos tiene a un gobernador joven como Ignacio “Nacho” Torres, quien tiene como propia a la diputada chubutense Ana Clara Romero.
El pichettismo
Un emergente de la disolución de Juntos por el Cambio fue sin dudas Hacemos Coalición Federal, conformado por exdiputados del Pro, la Coalición Cívica y lo que fue el interbloque Federal.
El bloque mostró en cada votación distintas posiciones en su seno y tras el primer debate de la Ley de Bases, la Coalición Cívica se apartó, en buenos términos. Hoy tiene nueva denominación, Encuentro Federal, pero mantiene las divergencias internas que hacen que puedan votar bien distintos sin distanciarse. Es, en definitiva, una relación de conveniencia, solo para sumar a la hora del reparto de las comisiones.
Más cercanos a las posiciones de su jefe, Miguel Pichetto, tenemos a los exPro Emilio Monzó, Nicolás Massot y Oscar Agost Carreño, además de Francisco Morchio, que responde al gobernador entrerriano Rogelio Frigerio. También están en este sector Florencio Randazzo y Ricardo López Murphy, aunque este último puede tener juego propio según el tema que se debata.
Los cordobeses suelen votar alineados con estos, salvo el caso de Natalia de la Sota, que con votos opuestos al Gobierno nacional inexorablemente se diferencia de sus pares Juan Brügge, Ignacio García Aresca, Carlos Gutiérrez y Alejandra Torres.
Otro con juego propio suele ser el chubutense Jorge Avila, en tanto que siempre diferenciados de los temas en los que Encuentro Federal se acerca al Gobierno están los socialistas Mónica Fein y Esteban Paulón, y habitualmente también Margarita Stolbizer.
El oficialismo no le ha cumplido al bloque de Pichetto por ejemplo en la conformación de la Bicameral de Inteligencia, donde habían acordado designar a Emilio Monzó, y a partir de esa actitud la relación cambió, al punto tal que el bloque no dio quórum en las sesiones pedidas por La Libertad Avanza en el mes de agosto. Hay cierto fastidio de parte del oficialismo con estas actitudes que le atribuyen más a Monzó que a Pichetto, según han dejado trascender.
La diversidad del partido centenario
A pesar de no contar con el favor del presidente Milei, que cada vez que puede denuesta a los radicales, ese bloque que conduce Rodrigo de Loredo se ha tornado clave para las necesidades del oficialismo. Cuando cuenta con ellos, tiene garantizada buena parte de las leyes; cuando eso no sucede, sufre.
Convencido de que comparten electorado con el actual Gobierno, De Loredo ha sumado los votos de su bancada a iniciativas como la Ley de Bases, pero han conseguido sumar propuestas como la reforma laboral, aunque finalmente quedó bastante acotada.
Esa conducta le ha traído problemas al diputado cordobés, que cuando la conformación del bloque radical se encontró con las intenciones de Facundo Manes de liderar él esa bancada. Como reunía la mayoría de los votos, De Loredo consiguió prevalecer, pero su bancada se divide inexorablemente ante determinados artículos o leyes.
Podría decirse que conviven en el bloque radical al menos cuatro sectores. El oficialista, alineado con su presidente, es el mayoritario, con 18 de los 34 integrantes de esa bancada. Allí están junto a De Loredo, su vicepresidenta, Karina Banfi, Martín Arjol, Atilio Benedetti, Mariano Campero, Soledad Carrizo, Pablo Cervi, Gerardo Cipolini, Melina Giorgi, Francisco Monti, Lisandro Nieri, Luis Picat, Fabio Quetglas, Jorge Rizzotti, Roberto Sánchez, Natalia Sarapura, Pamela Verasay y el correntino Federico Tournier, quien se ha sumado al bloque en reemplazo de su comprovinciano Alfredo Vallejos, hoy ministro de Gobierno de su provincia. Tournier es liberal, pero está alineado con el gobernador Gustavo Valdés, que le ha pedido que se mantenga dentro del bloque radical.
En esa bancada los gobernadores radicales tienen ascendencia directa con los representantes de sus provincias. No solo ellos: al senador Maximiliano Abad, presidente de la UCR en provincia de Buenos Aires, le responden Karina Banfi y Fabio Quetglas.
Después están los de Evolución, alineados con Emiliano Yacobitti, de donde se han apartado De Loredo, Pablo Cervi y Luis Picat. Son 6 diputados: Marcela Antola, Gabriela Brouwer de Koning, Carla Carrizo, Mariela Coletta, Danya Tavela y Martín Tetaz. Todos ellos mantienen en general una estrategia alineada con la del presidente de la bancada. No así los que responden a Facundo Manes, que forma un minibloque de 7 diputados. Ellos son Pablo Juliano -considerado el “mentor intelectual” del neurocientífico-, el correntino Manuel Aguirre (enemistado con su gobernador), Fernando Carbajal, Marcela Coli, Pedro Galimberti y Juan Carlos Polini (chaqueño, de la línea Angel Rozas).
Y por último están los diputados que juegan como “líberos”: el santafesino Mario Barletta, el mendocino Julio Cobos y la santacruceña Roxana Reyes, que estuvo alineada con Manes, pero hoy se la ve votando más en sintonía con el Gobierno nacional.
Este bloque podría reducirse en el futuro cercano si la senadora Lucila Crexell termina yéndose a París para asumir la representación argentina ante la Unesco, como se dijo, pues en ese caso la reemplazará el neuquino Cervi y su banca en la Cámara baja quedaría en manos del Pro. También podrían perder un escaño si Pedro Galimberti acepta la propuesta de ser delegado de la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande, en cuyo caso su lugar sería ocupado por Nancy Mariana Ballejos, del Pro. Así las cosas, el bloque de Rodrigo de Loredo podría reducirse antes de fin de año a 32.
Los provinciales
No podemos pasar por alto el papel de otra importante bancada, la de Innovación Federal, que tiene 8 miembros, que responden a sus gobernadores. Liderados por la salteña Pamela Caletti, IF está conformado por gobernadores ungidos por partidos provinciales, o bien no alineados con su partido a nivel nacional, como el salteño.
Junto a Caletti está sus comprovincianos Pablo Outes y Yolanda Graciela Vega; los misioneros Alberto Arrúa, Carlos Fernández, Yamila Ruiz y Daniel Vancsik y el rionegrino Agustín Domingo.
Desde hace tiempo se habla de la posible conformación de un interbloque con Encuentro Federal.
Las fuerzas del cielo
Y por último llegamos al oficialismo. En un clima incandescente durante las últimas semanas, la bancada de La Libertad Avanza cuenta ahora con 37 diputados, tras la reciente eyección de Lourdes Arrieta. Están inmersos en un fuerte internismo que se vio claramente cuando en el mes de abril la constitución de la Comisión de Juicio Político abrió una grieta en el seno del bloque que hasta entonces encabezaba Oscar Zago. La designada para ocupar ese lugar era Marcela Pagano, quien supuestamente contaba con la anuencia del presidente Milei. Pero sobre la hora Karina Milei le bajó el pulgar: no quería a la periodista económica en ese puesto y así se lo hizo saber al presidente de la Cámara, Martín Menem, quien suspendió la reunión de esa comisión a minutos de iniciarse.
Igual se hizo la reunión y Pagano terminó siendo ungida en ese cargo, aunque Martín Menem no reconoce tal designación y oficialmente eso “no sucedió”. Consecuencia: Oscar Zago debió renunciar a la presidencia del bloque y formó otro junto a Eduardo Falcone y María Cecilia Ibáñez denominado MID. Dicen que Zago, que trabajó en el territorio durante la campaña, mantiene contactos para engrosar su bloque, a expensas de LLA.
Cuando el bloque oficialista sufrió esas bajas, aceleró para sumar nuevos miembros y así se incorporaron José Luis Espert, de línea directa con Milei, que lo llama “el Profe”; y el mendocino Alvaro Martínez, hombre de Omar De Marchi y el Partido Demócrata.
El episodio desatado por la presidencia de Juicio Político fue solo un botón de muestra de lo que venía. Peor -aunque por ahora sin fracturas- fue la visita de seis diputados libertarios al penal de Ezeiza. Eso generó fuertes grietas en esa bancada donde la mendocina Lourdes Arrieta terminó denunciando a sus pares por haber sido “llevada engañada” a ver a los militares condenados, y les apuntó a sus pares Beltrán Benedit y Guillermo Montenegro, ideólogos de la polémica excursión, pero también disparó nada menos que contra el presidente de la Cámara, Martín Menem. Y hasta denunció a Nicolás Mayoraz por violencia de género, cruzando una línea que le costó la expulsióin.
Pero eso no es todo. Lilia Lemoine también tiene línea directa con Milei, y oficia como una suerte de vocera del bloque. Y no ha dudado en emprenderla contra algunos miembros de su bloque. En un streaming libertario encendió el ventilador contra tres diputadas a las que en principio no mencionó, pero a las que culpó por no haber dado quórum en la sesión caída del 7 de agosto. A Lourdes Arrieta la denominó “la chica del patito en la cabeza”, y a Marcela Pagano sí nombró, diciendo que no había llegado a la sesión, y le enrostró haberse ido después a “hacer un homenaje a las monjas, con Cecilia Moreau, y demás…”.
Sus cuitas con Pagano vienen desde el episodio de la Comisión de Juicio Político. En esos días la periodista terminó internada con una úlcera sangrante y dijo haber sufrido “aprietes” para que renunciara. En esa ocasión le contestó a Lemoine, que también había citado la conformación por parte de Pagano de un grupo de amistad con Rusia. La respuesta de esta diputada fue por las redes y no tuvo contemplaciones: tildó a su compañera de bancada como “mitómana”, y le aclaró que “no solo estuve presente y di el quórum en la última sesión (lo cual, burra, ni chequear eso en la web de Diputados sabes hacer), sino que con malicia te referís a tu compañera de bloque que tiene nombre @lulumicart y que también dio quorum. Además MENTIROSA sabes perfectamente que yo no creé ningún grupo de amistad, ese grupo de Rusia fue designado a mi cargo por Martín Menem”. Tan es así que Pagano tiene ese mensaje como “tuit fijado”.
La pelea entre ambas sigue álgida en las redes sociales.
Otra indignada es la santafesina Rocío Bonacci, que salió a responder los dichos en off de sus compañeros de bancada con suma dureza y hasta reprochando la falta de “liderazgo” al frente del bloque.
Bonacci advirtió que “el único que debería dirigir el bloque y dar explicaciones a la prensa del desarrollo de las sesiones (caídas o no) es el diputado Gabriel Bornoroni, pero no es lo que sucede. Nada en este espacio es NORMAL”.
Ese es el clima imperante en el bloque oficialista que está pagando así estar conformado por representantes de sectores muy diversos y sin experiencia, cuyo único factor unificador es la figura de Javier Milei. Y solo hasta ahí. Hasta ahora, esas diferencias tan marcadas no se trasladan a las votaciones, pero sí se hace notoria la dependencia de la asistencia de los diputados del Pro en el manejo de las sesiones. Esa colaboración de los bloques afines, o dialoguistas, es la que le permite a un Gobierno como el de Milei tener en funcionamiento -y muy activo por cierto- al Congreso de la Nación, más allá de la adversidad numérica que agobia al oficialismo.
Fuente: Parlamentario