Entrevista al doctor Alfredo Zannier. (Foto: Noel Smart)

El experto salteño Alfredo Zannier trabaja en el Centro Hospitalario de Carcassone, donde hay 706 hospitalizados por el Covid-19.

Un nefrólogo salteño está en la primera trinchera sanitaria de Francia, donde la cuarentena por el coronavirus se extendió por otras dos semanas hasta el 15 de abril. El doctor Alfredo Zannier trabaja en el servicio de nefrología del Centro Hospitalario de Carcassone, donde hay 706 hospitalizados por el Covid-19.

Vía WhatsApp dialogó con Clarín y contó su experiencia en la batalla contra el coronavirus, especialmente en pacientes dializados y con problemas renales.

-¿Nos puede describir la situación en Francia?

-Es bastante seria. Estamos recién al comienzo de lo que se llama la curva, estamos lejos de la cresta. En Francia había este domingo a la mañana 37.500 pacientes infectados. O sea confirmados por test, hubo un aumento de 14% en un día. Con una mortalidad bastante grande, de alrededor 2.314 pacientes. Esta situación es solamente el principio. Pero cuando se habla de la situación de positividad o de pacientes enfermos hay que distinguir dos cosas muy importantes: una son los casos oficiales, es decir los pacientes en los cuales el test para el coronavirus ha dado positivo, y que es muy inferior que los casos reales, que son casos leves o que no han podido tener un test. Eso quiero que quede bien claro.

Esta diferencia puede ser abismal. Puede ir de 20 a 60 veces el número de casos oficiales. Si se hacen pocos tests, si se han hecho 1.000 tests que dieron positivo, el número de infectados puede ir de 20 a 60.000. Esto hay que tenerlo muy presente.

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-¿Por qué siguen subiendo la cantidad de infectados o muertos? ¿Se ha alcanzado o no el pico de la epidemia? Además la falta de tests, la falta de máscara, ¿cómo lo ve usted?

-Esta es una cuestión que merece varias respuestas. En primer lugar, el número de test depende de la preparación que hubiera tenido un gobierno. Evidentemente, aunque desde hace varios años se habla de la posibilidad de una pandemia, no se organizaron por una cuestión simple: cuesta plata. Eso respecto al numero de tests. Respecto a las máscaras, hubo un movimiento de economía de presupuesto hace unos años. Francia tenía más de 500 millones de máscaras en depósitos, en reserva. Cuando llegaron a la caducidad no se renovaron. O sea que hoy en Francia se tiene menos de la mitad que se tenía hace 7 años.

El problema de las máscaras es que no son siempre las indicadas. Se utilizan las F2, F3. Desgraciadamente faltan para nosotros y el personal que cuida a los pacientes. Ese es un punto.

El segundo punto es respecto a los tests. Hay no solo una cuestión económica de previsión, sino también una cuestión política. Los gobiernos tratan de no alimentar el pánico en la población. Ahora, si comparamos el número de test, Alemania hace -por ejemplo- alrededor de 70 mil test por día. Es decir 500 mil tests por semana, alrededor de más de 2 millones de tests por mes. Francia hace 10 veces menos tests. Eso podría explicar la diferencia entre la mortalidad entre Francia y Alemania. Por ejemplo, en Francia la mortalidad actualmente es de alrededor del 5 por ciento, cuando en Alemania es 10 veces menos. La interpretación está desviada de acuerdo al número de casos. Por ejemplo: si hay 5 muertos en Francia con 100 test hechos, la mortalidad es de 5 por ciento. Si hay 5 muertos en Alemania y se han hecho 1.000 tests positivos, la mortalidad es del 0,5 por ciento. Esa podría ser una de las explicaciones.

-¿Va a haber reanimación para todos o no en la región parisina? ¿O Francia se enfrenta a una situación como la de España e Italia, en donde tienen que elegir a qué paciente reanimar o no? Cuando la gente mayor escucha que si tiene más de 70 no lo van a reanimar, para que deje el lugar a otro paciente más joven, la verdad que da escalofríos.

-Exactamente. Eso es verdad. No puedo hablar de la situación en París. Solamente tengo la información de los diarios. París y el este de Francia están completamente sobrepasados en sus capacidades. De tal manera que los pacientes del este de Francia han sido derivados hacia la región de Bordeaux y hacia la región de Toulouse. Lo que yo puedo hablar es de la situación en la zona de Languedoc. En esta región había ayer 706 hospitalizados. Un aumento de 14 por ciento respecto al día anterior, de los cuales 212 pacientes están en terapia intensiva, que es un aumento similar, de 15 por ciento.

En la zona de Languedoc hay tres hospitales, que son ahora considerados centros de referencias para la Covid-19, los cuales tienen los hospitales de Toulouse, Perpignant y Montpellier. En este caso, la hospitalización en Perpignant ha sido organizada en terapia intensiva de la manera siguiente: había 20 camas de terapia intensiva y 20 de cuidados intensivos. Los cuidados intensivos más 10 camas de cuidados cardiológicos más 5 camas de cuidado intensivo nefrológico, más 10 camas de la sala postoperatoria, han sido transformadas en camas de terapia intensiva. O sea, pasaron de 20 a 65 camas y solamente hay 48 respiradores. La situación hasta esta semana no es tan dramática. Sin duda lo será en las dos o tres próximas semanas.

-¿Cómo se van a solucionar los problemas logísticos que hoy tienen?

-Las máscaras están fabricándose un poco más. Hay algunos centros que han sido autorizados a fabricar máscaras artesanales, que seguramente serán menos eficaces. Se espera una contribución de China. Respecto a los respiradores, Alemania es uno de los más fabricantes del mundo y ellos han prohibido la exportación, hasta que no se satisfagan las necesidades del país. En Francia hay también fabricantes. Pero el nivel de producción es bastante bajo. Así que con los respiradores vamos a tener un gran problema. Y ahí llegará sin duda, espero que no pero no soy muy optimista, el momento en el cual habrá que elegir qué pacientes lo merecen, como en la guerra. Se van a elegir a los «soldados» o los pacientes que tengan posibilidad de ser salvados. Desgraciadamente, si las cosas continúan como están pasando ahora, va a ser inevitable.

-En Francia está todo el mundo dividido y, al mismo tiempo, conmovido por este tratamiento del profesor Didier Raoult de Marsella, aprobado finalmente para los hospitales, para pacientes graves, en base a la cloroquina. ¿Usted cree que es una solución inmediata o no, que está suficientemente probada o no?

No. El profesor Raoult es un personaje muy controvertido, histriónico y se ha puesto la paternidad de un tratamiento que no le pertenece para nada. La cloroquina es una molécula muy vieja, un medicamento antipalúdico que se utiliza para algunas enfermedades autoinmunes. Se la ha utilizado en 2003 para el tratamiento de otro coronavirus, que era el SARS, que fue mucho más letal que el actual, pero la transmisibilidad era muy baja. Los resultados eran modestos y no dieron lugar a una opinión positiva. Con esta nueva pandemia, los chinos lo han utilizado y han hecho muchos trabajos, en los cuales los resultados son relativamente poco probados. Con la cloroquina notaban una negativización de la viremia en el 94% de los pacientes a lo largo de los días, y sin cloroquina, ochenta y tanto por ciento. La sobrevida no ha sido mucho mejor. Por el momento, la cloroquina es un medicamento que pienso que hay que reservarlo para los casos graves, porque no sabemos si es buena o no. Si es buena, todo bien. Si no tiene efectos también. El problema es si hay efectos colaterales importantes, porque a fuertes dosis la cloroquina puede dar problemas cardíacos.

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-¿El virus está mutando? ¿Eso lo haría más peligroso para los humanos o no?

-Hay estudios de mutación del coronavirus. Este virus es muy simple. No es un virus que tiene ADN, que tiene dos hélices (esos virus mutan mucho menos). Este es un virus con ARN, un ácido nucleico de una sola hélice y que muta mucho. Hasta ahora se han detectado tres mutaciones, las cuales son muy simples y que no han cambiado la antigenecidad del virus. Es decir que el virus podría ser reconocido, las tres variaciones o mutaciones, por el mismo anticuerpo. O sea que por el momento no hay problemas para seguir buscando una vacuna.

París. Corresponsalía.

Fuente: Clarín