La agenda mediática nacional desborda de prácticas periodísticas revictimizantes mientras se ocultan el desfinanciamiento de programas nacionales y la pobreza angustiante. En lugar de ser problematizada la violencia de género se consume como un espectáculo mientras las autoridades manifiestan que la violencia no tiene género. Antes que buscar más audiencias a cualquier precio la violencia de género tiene que ser abordada como un problema social.
En la agenda de los medios que ocupan posiciones dominantes se revictimiza a una mujer y se expone una video íntimo de una periodista de espectáculos que se reunió con el ex presidente. Una de las funciones de estas agendas pareciera ser la de hacernos perder de vista problemas estructurales: el desfinanciamiento de programas nacionales, la pobreza angustiante que crece sistemáticamente y la violencia de género que en lugar de ser problematizada se la consume como un espectáculo mientras que las autoridades manifiestan que la violencia no tiene género.
Si pensamos la comunicación como un servicio y desde una perspectiva de derechos, comunicar un hecho de violencia de género nos puede permitir visibilizar la problemática, difundir teléfonos de ayuda, como la línea 144, y cuestionar la violencia machista inscripta en esta cultura patriarcal.
Lamentablemente en los últimos días vimos en la agenda mediática nacional prácticas periodísticas revictimizantes. En primer lugar, una persona que sufre violencia género necesita sus propios tiempos para avanzar o no con la denuncia. Esta decisión debe ser respetada. Esos tiempos deben ser cuidados, ya que son íntimos, individuales y complejos.
Con detalles innecesarios minuciosos, sensacionalistas y morbosos, la semana pasada vimos la difusión de un hecho violencia. Pocos días después, encontramos la difusión masiva de imágenes de su cuerpo golpeado. Ahora bien, ¿Cuál es el sentido de divulgar las imágenes de una mujer golpeada?
No es informar, porque la información ya la tenían las audiencias a partir de la difusión de los hechos. La difusión de las imágenes, aparentemente sacadas del expediente judicial, parece estar más atravesada por las lógicas mediáticas de buscar más audiencias a cualquier precio, atraer visualizaciones y llamar la atención. Es decir, de entender las noticias como una mercancía que debe ser consumida vorazmente sin importar el impacto o las consecuencias: filtrar imágenes sin el consentimiento de la mujer es revictimizarla.
“Jamás hubiera querido que salga una foto así de mí” “¿Qué mujer se quiere ver en todos los programas de televisión y en los medios del mundo así?” sostuvo Fabiola Yañez.
En las Recomendaciones para el tratamiento de violencias por motivos de géneros de la Defensoría del Público se destaca que la violencia de género debe ser abordada como un problema social, y que hay prescindir de enfoques espectacularizantes. Asimismo, recomienda no reproducir sin autorización los videos, imágenes y/o registros de voz.
Otra consideración muy importante y sobretodo teniendo en cuenta la transcendencia de este hecho es que en la mayoría de los medios de comunicación sólo se menciona la violencia física como si no existieran otros tipos y modalidades de la misma y además tampoco se hace alusión a las leyes que protegen a las personas que están inmersas en situaciones de violencia. La legislación vigente es una conquista de los movimientos de mujeres y de las colectivas feministas que pugnaron por su sanción desde el regreso de la democracia en nuestro país. Desconocer esta información no ayuda a quienes están atravesando situaciones de violencia.
Paralelamente, pocos días después, se filtraron videos íntimos de un vínculo con un diálogo afectivo del entonces presidente con una periodista de espectáculos. El video fue difundido masivamente y una de las imágenes del video fue tapa del diario Clarín. ¿En qué lugar coloca a la periodista la cobertura de los medios? ¿Cuál es la información relevante que nos aporta el video?
Mientras se banaliza la violencia género y se estigmatiza a otras mujeres se registra un femicidio cada 32 horas, según los datos de la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
* Magíster en Estudios de las mujeres y de género. Licenciada en Comunicación Social.
** Licenciado en Comunicación Social. Profesor de la UNRN
Fuente: Página 12