Nada mejor que destinar este espacio y en esta semana, a las y los colegas de medios de comunicación, porque se dijo mucho sobre la conmemoración del Día Internacional de la Mujer y poco, sobre la responsabilidad de las empresas periodísticas sin perspectiva de género y su influencia e impacto en la audiencia, en la reproducción diaria de estereotipos machistas. Por Natalia Nieto

Desde el chiste socarrón, hasta la chicana fácil o la revictimización de mujeres víctimas de distintas violencias, todos los días y en distintos espacios, se naturalizan y refuerzan los machismos, que sin una mirada autocrítica, solo puede generar más daño del que ya tiene el tejido social.

Cuando comunicadores y los medios tomen conciencia de la posibilidad de mitigar la violencia de género desde la prevención y evitando, con buenas herramientas, la violencia mediática y la revictimización, habremos dado un paso enorme en esta maraña enorme de esfuerzos, en los que la construcción desde los medios como reproductores de la cultura, es fundamental.

La Ley 26.522/09 de Servicios de Comunicación Audiovisual consagró un nuevo paradigma que concibe la comunicación como un derecho humano fundamental para el ejercicio de la ciudadanía y plantea que los medios deben “promover la igualdad entre varones y mujeres y el tratamiento plural, igualitario y no estereotipado, evitando toda discriminación por género u orientación sexual” (Artículo 3, inciso M).

  • Claro que el desafío es repensar en la práctica cotidiana, desde un enfoque de derechos, porque la violencia mediática es un exponente de la violencia simbólica y está legislada y establece sanciones. La encontramos cuando se construyen representaciones que cosifican o estigmatizan a las mujeres, por ejemplo:
  • ·         Representarla únicamente como objeto sexual de consumo o trofeo.
  • ·         Naturalizar que es la responsable de la limpieza del hogar, la cocina y crianza de hijos/as.
  • ·         Realizar juicios sobre su modo de vida (con quién sale, cómo se viste, por dónde circula).
  • ·         Visibilizar un único modelo de belleza deseable (joven, delgada, a la moda, etc.)
  • ·         Normalizar la división sexual del trabajo. Oficios, profesiones u ocupaciones exclusivas de mujeres (secretaria / enfermera / maestra jardinera / ama de casa) o de varones (gerente / médico / profesor / albañil).
  • ·         O Adjudicar características especificas del “ser mujer”: débil, emocional, manipulable, celosa, histérica, chismosa, irracional, natural, etc.
  • ·         Revictimizar a la persona que fue víctima de violencia. El discurso que se pregunta qué hizo la víctima para ser agredida.

Hay muchas formas de desmontar los estereotipos discriminatorios que están incorporados culturalmente y sobre los cuales muchas veces no se es consciente. Pero quienes tenemos voz pública, también tenemos mayor responsabilidad. Y eso implica capacitarnos y sopesar el valor de la palabra, especialmente en tiempos en los que la violencia sigue siendo noticia diaria.

Vale la pena mencionar un reciente fallo  salteño, que confirmó sanciones al titular de un medio por publicaciones misóginas, agraviantes y descalificantes. El juez Martín Coraita, de la Sala V de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial, confirmó el fallo de la jueza de Primera Instancia de Violencia Familiar y de Género del Distrito Orán, Adriana Maidana Vega, que impuso prohibiciones al titular de la revista “Fuera de la Ley”, de Orán, Luis Gómez, y que estableció que los integrantes del medio, deben capacitarse sobre violencia mediática con perspectiva de género.

A la denuncia la hizo el Comité de Evaluación de Femicidios, Transfemicidios y Violencia de Género del Ministerio Público Fiscal de la Provincia de Salta, porque la revista “Fuera de la Ley”, atacó a través de agravios y descalificaciones y en forma deliberada, a funcionarias y magistradas que investigan delitos gravísimos, y especialmente aquellos en los que están vulnerados derechos de niñas, niños y mujeres, y en problemáticas tan sensibles como la violencia o los delitos contra la integridad sexual.

La jueza también tuvo que prohibir a ese comunicador oranense la publicación de imágenes, nombres o datos que permitan conocer en forma directa o indirecta la identidad de mujeres, niños, niñas o adolescentes víctimas de delitos sexuales y toda publicación que contenga datos sensibles de las causas y que afecte sus derechos fundamentales.

También le prohibió publicaciones con connotaciones misóginas, toda comunicación sexista y descalificadora de las operadoras de justicia, cualquiera sea su tarea, cargo o jerarquía, bajo apercibimiento de desobediencia judicial.

El fallo es para celebrar. Lo lamentable es que en 2021, haya que recurrir a la justicia para que se cumpla con una obviedad: la obligación de los medios de respetar derechos de las víctimas y especialmente de mujeres, niñas, niños y adolescentes. Ojalá haya más capacitación y empatía y menos reproducción y naturalización de machismo.

*La columna de Natalia Nieto, se emite los miércoles, por Aries, la Radio con Mejor Imagen