Desde el interior de la negociación entre el Gobierno nacional y el Fondo Monetario Internacional surgió la versión de un “entendimiento general”, aunque hay una diferencia entre las partes para avanzar en un acuerdo definitivo. Esta diferencia radica en la discusión por el ajuste que la Nación debe hacer, en el marco de los lineamientos del organismo internacional de crédito. En los próximos días, la Argentina debe hacer frente a nuevos pagos, en el marco del crédito por U$S 44 mil millones que tomó la gestión de Mauricio Macri.
Según consignó La Política Online, hasta este viernes podría firmarse un «entendimiento general» con el organismo multilateral. Pero la firma de un acuerdo para renegociar los más de 44 mil millones de dólares que tomó Macri con el Fondo, demandarían bastante tiempo más. Se habla de al menos tres semanas.
La versión tomó fuerza por las declaraciones de la subdirectora del FMI, Gita Gopinath, quien dijo este martes que en los «próximos días» podrían registrarse avances en la negociación con la Argentina.
Sin embargo, el nudo de la negociación pasa por el tamaño del ajuste fiscal. El organismo que preside Kristalina Georgieva pide que este año el déficit baje al 1,9 por ciento del PBI, una exigencia muy por encima del 3,1 por ciento que planteaba al inicio de las negociaciones el ministro de Economía, Martín Guzmán.
Pero lo más grave para la coalición de Gobierno es la meta de gasto que el Fondo fijó para el 2023: Un déficit de apenas 1,4 por ciento del PBI. Acelerar el ajuste en medio de las elecciones presidenciales es lo que hizo Macri y así le fue. Esa es la lectura de la cúpula del Frente de Todos y por eso este punto es en este momento el vórtice de las negociaciones.
Consciente de la restricción política, el Fondo como un «gesto» al gobierno le ofreció subir dos décimas el margen de gasto en el 2023 y pasarlo del 1,4 por ciento del PBI al 1,6 por ciento. Pero se mantiene firme en bajar este año el déficit al 1,9 por ciento del PBI.
Para el Gobierno ese ajuste es intolerable y por ahora Guzmán no se mueve de su última oferta: llevar el déficit esta año al 2,7 por ciento del PBI.
Estas tensiones explican los rumores y declaraciones rupturistas que por estas horas surgen del kirchnerismo. «Si no mordemos un poco, nos llevan puestos», reconocen en la coalición oficial.
«El default no es el peor de los remedios», afirmó el diputado kirchnerista Leopoldo Moreau, mientras en el mercado se agitaba la versión de una supuesta amenaza de Cristina Kirchner de hundir en el Senado el acuerdo, si este implica un ajuste intolerable en términos sociales.
Fuentes del espacio que conduce la vicepresidenta no consideran probable que algo así suceda. Pero también es cierto que otro hombre de la vicepresidenta, el procurador del Tesoro, Carlos Zannini, pidió a la justicia federal que cite a indagatoria a los funcionarios del FMI que dieron el crédito a Macri.
Como parte de estas tensiones también desde el Gobierno se dejó correr la versión de una posible ampliación del swap con China, para fortalecer las reservas del Central, ante un escenario de default con el Fondo.
En un juego bastante transparente de presiones y gestos hacia Estados Unidos para que ayude a ablandar al FMI, el Presidente encadenó su gira a Rusia y China -insinuando un volantazo geopolítico-, con una frontal condena al régimen de Nicolás Maduro por sus violaciones a los derechos humanos.
Que tan efectiva es esta estrategia -que incluye en su versión «académica» agitar la teoría de Stiglitz de que el Fondo tienen más que perder que Argentina si no hay acuerdo-, se verá en el desenlace.