Compartimos la columna de la periodista Natalia Nieto emitida en el programa Compartiendo su Mañana por Aries FM.

El avance en la campaña de vacunación nacional ha permitido en los últimos días al Gobierno anunciar flexibilizaciones en diferentes áreas, como el regreso del público al fútbol o la eliminación de cupos para los pasajeros que ingresan al país.

La excelente noticia aquí, es que unas 245 mil niñas y niños de 3 a 11 años podrán ser vacunadas a partir del 12 de octubre a libre demanda y con el consentimiento de los padres para la inoculación en las escuelas. Sin embargo, estamos lejos de estar entre las provincias con mejor planificación

Tanto es así, que el ranking de la vacunación en el país nos incluye entre las cuatro provincias que tienen más del 20% de las dosis sin aplicar. Según el orden, Misiones, Salta, Chaco y Santa Cruz son esas que tienen dosis recibidas y sin aplicar, a pesar de mantener Salta como la provincia de mayor letalidad por COVID. Es decir, bajan los contagios, pero no sus consecuencias y mueren más salteños de los que deberían. Todo esto, si los esquemas de vacunación hubiesen estado completos.

Las cuatro provincias atribuyen esa falta de vacunación, a un retraso en la carga de datos y a las largas distancias geográficas que demoran los traslados. En cambio, La Pampa, CABA y San Luis, en ese orden, tienen la mejor relación entre vacunas distribuidas y aplicadas.

En el detalle, se ve que la eficacia en cuanto a las aplicaciones asciende al 91.82% en el país. Es decir, nueve de cada 10 dosis disponibles ya fueron suministradas. Sin embargo, están estas cuatro provincias que se encuentran muy rezagadas en ese índice, a punto tal de que tienen más de un 20% de vacunas sin destinatario, según los datos del Monitor de Vacunación difundido y actualizado diariamente por el Ministerio de Salud.

Pero ¿A qué se debe un número tan alto de dosis sin aplicar? ¿Qué explicaciones ofrecen desde las jurisdicciones?

Santa Cruz, por caso, sostiene que están avanzando a muy buen ritmo, pero el Monitor del Ministerio de Salud de la Nación tiene “un delay entre el momento en que ellos cargan la vacuna, que es cuando esa dosis pisa suelo argentino e ingresa al stock nacional. Ellos la cargan como si la provincia ya tuviera la dosis en su poder. Entre ese momento y el instante en que la vacuna llega a la provincia hay una diferencia de varias semanas”, aclaran. Y eso se repite en todo el país.

Mas grave es el dato de Misiones, donde existe una enorme influencia de grupos antivacunas. Es la provincia más atrasada en cuanto a la aplicación y la que tiene el mayor porcentaje de dosis sin destinatario, más del 27 %. Detrás venimos nosotros, porque Salta tiene más del 21% y Chaco, anda cerca de ese porcentaje de vacunas sin destinatario. A los problemas de distancia y otros: en Misiones se suma un problema adicional: la influencia de los credos religiosos (principalmente grupos evangélicos con raíz en Brasil) que se resisten a la vacunación.

Pero claro: esa sangría entre la carga de datos y la efectiva aplicación de las vacunas fue abordada en las últimas reuniones del Consejo Federal de Salud (COFESA), integrado por las 24 jurisdicciones del país, a las que se suma la cartera sanitaria nacional. Para aclarar la controversia, y en virtud de una mayor fidelidad en los datos, varios ministros provinciales solicitaron que en el Monitor de Vacunación se reemplazara la estadística “dosis distribuidas” por “dosis enviadas”. Sin embargo, todavía no se hizo.

Hasta que esos planteos en el COFESA se solucionen, vamos a aprovechar todos los espacios disponibles para insistir en que la clave para frenar la pandemia es alcanzar una base del 70 % de la población.

Los científicos sostienen que a la par con el proceso de potabilización del agua, las vacunas constituyen el invento que más vidas ha salvado en los tiempos modernos. Hace apenas un siglo, la principal causa de decesos eran las enfermedades infecciosas y la erradicación de la viruela, la polio y el sarampión bastan para justificar una afirmación tan categórica.

Soledad Gori, doctora en Biología (UBA) e Investigadora del Conicet, se basa en el “Análisis del Plan de Acción Mundial para Vacunas 2011-2020” de la OMS y le pone números al discurso: “No hay dudas de que representan un hito para la medicina. Se estima que durante el período 2011-2020 salvaron 25 millones de vidas, o en otras palabras, ¡5 vidas por minuto! Con lo cual, me parece que no debería haber demasiadas dudas sobre la importancia de la vacunación”. Enseguida, encendida, continúa con su explicación: “Las vacunas son muy seguras. A diferencia de las drogas para tratamientos, se les brinda a las personas sanas y no a las que están enfermas. A ninguna farmacéutica le sirve fabricar ni a los médicos aplicar una vacuna que pueda causar un daño en las poblaciones”, sostiene.

Hoy, los gobiernos necesitan robustecer la confianza de las poblaciones. Y en la OMS, reconocen que «La promesa de una vacuna es magnífica pero no podrá alcanzar todo su potencial sin una sólida preparación y la aceptación de la comunidad». Sucede que para la aceptación, hace falta información.

Reforzamos brevemente: todas las vacunas para el coronavirus que son y serán aprobadas para su uso de emergencia y distribución en las poblaciones han atravesado la fase de ensayos clínicos y han cumplido con los requerimientos solicitados por los entes reguladores.  En Argentina, el monitoreo y la evaluación exhaustiva es de la Anmat.

Y un dato relevante: vacunarse es un acto solidario. Si un individuo se vacuna se protege a sí mismo, pero si se inocula a más del 70% de la población también se protege a los grupos más vulnerables como pueden ser los adultos mayores de 60 años. Como el patógeno debe atravesarnos para llegar a otras personas, los seres humanos podemos funcionar como barreras –“cortafuegos”. Claramente, es un beneficio para la salud pública.

La inmunidad de rebaño protege a las personas que no tienen la posibilidad de vacunarse porque: 1) puede que lo tengan contraindicado –individuos con inmunodeficiencia de nacimiento o adquirida–; 2) puede que no tengan una respuesta inmune adecuada a pesar de que se hayan vacunado; o bien, 3) puede que sean alérgicas a alguna de las proteínas que componen la sustancia activa. Estas razones hacen que dependan de la inmunidad colectiva, es decir, que un alto porcentaje de la población esté protegido”. La inmunidad de rebaño lleva tiempo y, por este motivo, mientras tanto, será fundamental continuar con los cuidados ya aprehendidos: distancia social, higiene de manos y uso de barbijo.

Por favor, no afirmemos sin leer, no leamos sin chequear y no nos sumemos a las teorías conspirativas, que se reciclan. Las ideas sobrenaturales prenden con facilidad cuando la información que circula por los medios masivos, en su mayoría, es chatarra. No nos sumemos a la infodemia. Esa práctica, que según la OMS, consiste en difundir noticias falsas sobre la pandemia y aumentar el pánico en las sociedades

No nos dañemos más, porque sin vacunas, no habrá total normalidad